febrero 16, 2010

¿Por qué Cayetano Delaura utiliza los versos de Garcilaso de La Vega?

Durante el transcurso de la obra, Cayetano Delaura hace gala de sus cualidades de hombre letrado, que ha pasado la mayor parte de su vida en la biblioteca eclesial; sus oficios incluyen la lectura y traducción de cuanto material bibliográfico esté a su alcance. También debe ser celoso centinela de dichas obras, ya que la inquisición está en boga en Cartagena de Indias, y su voto de silencio es fundamental para inspirar confianza a su tutor. Este voto le significa llevar el caso de ‘posesión demoníaca’ de Sierva María.

Sin embargo, la relación entre los dos se torna aparatosa y prohibida. Delaura cae en la oscuridad y defiende a toda costa la situación de la pequeña. A pesar que no llegan al acceso carnal, el vínculo sentimental se hace cada vez más fuerte. El tiempo que transcurren juntos le permite al sacerdote enseñarle a leer y a recitar los versos del ‘Príncipe de los Poetas’. En cada uno de estos, las palabras expresan una total entrega del hombre a la mujer, supeditado, incluso, a las decisiones que ella pueda tomar sobre él.

Enfocándonos en este aspecto, el desarrollo de la historia de amor entre los protagonistas tiene claras influencias del Petrarquismo, el concepto de ‘amor inalcanzable’, y el ‘dolor gentil del amor’ de De La Vega.
El vínculo entre este servidor de Carlos V y Delaura es de consanguinidad, según las palabras del autor, lo que fortalece el uso que hace del segundo de la obra del primero, logrando encarnar y experimentar el ‘amor trágico’ que Garcilaso plasma en su poética.

De acuerdo con los versos que Cayetano recita y enseña a Sierva María, son fragmentos pertenecientes a cuatro de los treinta y ocho sonetos del poeta ibérico: I, II, V y X. De La Vega dedicó la mayoría de los sonetos a la dama de honor de Isabel de Portugal: Isabel Freire, la cual conoció en 1526, mismo año en el que compuso el soneto V. Curiosamente, el ‘tormento’ al cual fue sometido Garcilaso se prolongó hasta 1534 con la muerte de su amada, dedicándole el soneto X.

La voz del amor angustioso está presente en sus versos, lo cual determina un paralelo entre los dos amoríos, donde prima el vínculo emocional más allá que el acceso carnal. La pureza de esta clase de amor está influenciada por el Platonismo y su idealización de la existencia. De alguna forma, la pequeña Sierva María se convierte en un refugio para el joven Delaura, quien prefiere pasar las noches en su compañía, ahogando la soledad de ambos, bajo la luz blanca de la luna y el dorado de sus cabellos. Esta figura de belleza y regocijo también tiene un halo de oscuridad que el mismo Cayetano describe como el ‘demonio’; el suplicio físico es fuerte y parece derrotar al protagonista, pero puede más su obstinación, su obsesión, su pasión.

Existe también otro patrón de conducta: los sueños. Casi de una manera icónica le es presentada la pequeña al sacerdote: sentada en una ventana, mirando hacia un campo cubierto por la nieve, comiendo uvas de un racimo que tiene sobre sus piernas. Este tipo de representación posee un alto contenido de simbología clásica.
De acuerdo con la tradición, el racimo de uvas, provenientes de la vid silvestre, pertenece a Dionisos, al que en su honor se realizaban diferentes festividades incluyendo los bacanales. Su personalidad estaba ligada a los placeres y la embriaguez del cuerpo. A pesar que Sierva María y Cayetano no consuman su amor, el principal motor fue la atracción física; fueron sus sentidos los que dieron el primer paso.

En segunda instancia está la figura de la mujer en la ventana. Los relatos la vinculan con la paciente espera en la soledad; generalmente, los candados de este tipo de prisión emocional únicamente pueden ser rotos por la presencia masculina. Finalmente, el campo nevado es considerado analogía del estado individual en la solitud; el invierno se convierte entonces en una dualidad esperanza-desasosiego.
La utilización de esta mitología es otro parámetro por el que Garcilaso guió la composición de su obra, siempre haciendo referencia a la congoja, el dolor y la llama incandescente del amor en el corazón maltrecho.

Ahora bien, tomando los versos utilizados por Delaura existe un común denominador: la muerte como único destino, pero a diferencia de una muerte de corte tradicional o trágica, es una muerte lenta, que transcurre al ritmo del idilio en el que se sumerge el enamorado. Podríamos llegar a afirmar incluso que esta muerte es un proceso definitivo y predecible para ambos, ya que este tipo de amoríos están llenos de conclusiones rotas.

El factor de augurio de la relación tormentosa se puede hacer visible en las palabras que Cayetano tomó de Garcilaso. Los dos últimos versos del último terceto del Soneto V:’ […] por vos nací, por vos tengo la vida/por vos he de morir, y por vos muero.’ De igual manera los siguientes versos del Soneto II contienen este ideal: ‘En fin a vuestras manos he venido/do sé que he de morir […] para que solo en mi fueses probado/ cuánto corta una ‘spada en un rendido.’ En la obra, el inicio del romance está determinado por el Soneto X, dedicado a la memoria de Isabel Freire, que permite vislumbrar un final triste. A pesar de esto, es necesario recrear el difícil camino que tuvieron que recorrer los protagonistas para marcar con su ficción las realidades de la historia.

Apoyo bibliográfico: http://www.thefreelibrary.com/A+Sonnet+from+Carthage:+Garcilaso+de+la+Vega+and+the+New+Poetry+of+...-a0177102218Del Amor y Otros Demonios. Gabriel García MárquezLes quedo debiendo otra referencia :P

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno gracias.

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