febrero 28, 2012

Riveras del Río - Reportaje


Girón: Patrimonio cultural de una nación sumida en la desigualdad y el conflicto; atractivo turístico de los incautos transeúntes que recorren por sus calles los pasos libertarios de su pasado, un pasado que se diluye poco a poco en las aguas de su río de oro que, tal vez,  termine siendo la única riqueza más próxima a las familias menos favorecidas por el sistema capitalista; familias que tomaron tablas, ladrillos y tejas, para construir su alameda de soledades, esperanzas, pobreza. Riveras del río: comunidad a la que me dirijo para realizar mi trabajo sobre crónica para la asignatura de Didáctica II; la jornada se me antoja indómita, llena de sorpresas. Siempre he tenido referencias de que cada vez que gente de la universidad llega a este tipo de asentamientos, es recibida con sonrisas, desconfianza, pero un lastre de nostalgia pende de las voces de sus habitantes: se sienten olvidados por quienes prometían el cielo a cambio de un voto.
A pesar del mal estado de las vías de acceso y del sol ardiente, los últimos pasajeros de la ruta logramos superar la polvareda que levantan los neumáticos del bus que ya se aleja; percibo la silueta de un niño, con pantaloncitos cortos, una camiseta ajada en el cuello y unos tenis de lona, tan deteriorados como el camino que nos trajo hasta su presencia, me sonríe y se pierde entre las casitas, mientras corre con alegría jugando a que le persiga su sombra. El primer paso para la escritura de mi crónica consiste en determinar las condiciones de vida de los habitantes del barrio; en ese caso necesito registrar una opinión que me dé el contexto necesario para entrar en contacto con el resto de los vecinos y quién mejor que don José, propietario de la única tienda con nevera tipo vitrina, principal proveedor de alimentos del barrio y del tan necesario licor para mantener alegre el espíritu de los pocos hombres que se parten el espinazo como obreros, porque el resto son madres cabeza de familia y ellas no solo trabajan por un mínimo, sino que tienen que hacer las veces de doctoras, de maestras, de cocineras y de padres, siempre y cuando sea necesario imponer un poco de orden en la casa.
La señora Olga tiene que despertarse todas las mañanas antes que el ‘Tico Marín’ empiece a dar las noticias por la radio; ella, prepara un agua de panela con mucho cariño y poco agua; despierta a sus dos hijos para que vayan al colegio y estudien y se preparen y sean alguien en la vida. ‘Javier está repitiendo octavo y Marcelita ya casi termina el sextico; no es que me hijo sea mal estudiante, lo que pasa es que la ola del dengue casi me lo mata y faltó mucho tiempo al colegio: me tocó retirarlo y ponerlo a que me ayudara en la casa mientras yo trabaja horas extras para pagar una plata que me tocó pedir prestada para sacarlo del hospital’, dice mientras don José le alcanza los tres huevos en una bolsita y un gajo de cebolla larga, porque según ella, tomate ya tiene en la casa y la vecina le regaló unas pastillas de chocolate, ‘porque eso toca es así: ayudarse entre los que estamos acá porque el gobierno nos tiene olvidados y solo vienen cuando están en campaña. Eso nos prometieron que iban a construir un polideportivo para que los niños tengan donde jugar y que iban a dar fondos para reparar el salón de la junta de acción comunal para que tengamos un lugar decente donde ir a misa, no ve que aquí no hay parroquia.’, se despide con una sonrisa, nos desea un buen día, pero no nos invita a su casa, tal vez porque no le ha quedado tiempo de hacerle aseo.
Don José sonríe cada vez que le pregunto por el abandono en el que tienen a los habitantes del barrio; las necesidades básicas que la constitución colombiana garantiza como un derecho son la antítesis de las condiciones de vida a las que se ven enfrentados.  La mayoría de las casas son un reflejo de la tragedia que asoló al municipio con la temporada invernal y a pesar que no tienen un puesto de salud, un CAI o una escuela, las personas tienen acceso a estos servicios gracias a las brigadas programadas por organizaciones no gubernamentales con el propósito de acompañar y educar la población vulnerable.  El barrio está estratificado en el nivel más bajo y la mayoría de los hogares están conformados por madres cabeza de familia; el desempleo también es uno de los rasgos característicos de los vecinos: sobreviven con ingresos mensuales iguales o inferiores al salario mínimo legal vigente.
Una de los grandes ejemplos es el liderazgo de la presidenta de la JAC, la señora Manuela Rincón, quien con el apoyo de varias madres ha logrado conformar una cooperativa de ahorro que busca ayudar con los gastos de matrícula de los niños que comienzan sus estudios secundarios; el objetivo es evitar la deserción escolar y, gracias al apoyo de las ONG, ofrecer un ciclo de formación complementaria que sirva de refuerzo para aquellos niños que presentan dificultades académicas a la hora de aprobar las asignaturas en sus colegios. Otro de los dolores de cabeza es la falta de una buena prestación de servicios públicos, en especial de agua potable, ya que en algunas ocasiones han tenido que acudir al transporte en baldes y largas caminatas a otros barrios aledaños; el sistema de alcantarillado se encuentra en pésimas condiciones y cada vez que la lluvia golpea con fuerza, algunas viviendas se han inundado parcialmente; lo anterior también ha contribuido a la propagación de enfermedades entre los niños. La mayoría de los residentes tienen su carnet del SISBEN, y acceden a los servicios de salud en el hospital San Juan de Dios, y este ha sido uno de los principales motivos por los que la señora Rincón ha estado buscando con la administración municipal, el apoyo para la construcción de un puesto de salud. La titánica labor emprendida es un claro referente a seguir en el trabajo comunitario.
Este es otro de los problemas recurrentes en las comunidades de alto riesgo: la mentalidad de pobreza. Los dirigentes han convertido a los más necesitados en mendigos que lo único de lo que requieren es de sus limosnas para pasar temporalmente el hambre o la enfermedad, cuando es su obligación destinar recursos para el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos que además de tener voz y voto, son seres de carne y sangre que tienen el deber de acceder a sus derechos fundamentales consignados en la lógica de vida humana. Si las universidades públicas o privadas pudiesen ofrecer programas de extensión, no sólo estarían formando individuos competentes para la resolución de problemas contextualizados en el aula, sino que se establecería un vínculo directo de tal forma que la comunidad vulnerable pueda favorecerse de los adelantos en investigación que se realizan al interior del alma máter. Lo anterior contribuye a un cambio de mentalidad en varios sectores de la sociedad puesto que el capital humano se convertiría en el mayor recurso para la generación de desarrollo.
El recuerdo de la silueta infantil tras la cortina de arena es el génesis de una promesa de cambio; hay una larga cadena que intenta disponer prisioneros de su deber a aquellos a quienes se les ha encomendado el deber de gobernar, aquellos a los que se les ha elegido con el propósito de generar el progreso que erradique de los titulares en los diarios, la violencia y el desespero al que se ve sometido el prójimo cuando le es imposible respirar un mejor mañana. El ser humano es una criatura que se alimenta con más frecuencia de sus ilusiones a pesar que no haya un trozo de pan sobre la mesa. Las palabras son el fuego que apartan el frío de la soledad, son el fuego que deshacen el hierro criminal, son la hoguera donde nuestros pensamientos adquieren su forma final, como el vidrio: solo hace falta una caída libre para que la superficie destruya el cristal. Solo hace falta un pueblo vigilante que pueda reprender a sus líderes con el mismo ahínco y tesón con el que aplaudieron la voz de sus propuestas; porque ellos también son comunidad y no deberían valerse de la compasión para discriminar la condición de sus paisanos, no. Antes de sonreír por el triunfo colectivo, deberían reconsiderar la benevolencia de sus intereses personales, la voluntad detrás de las buenas acciones y solo así es posible generar un cambio de mentalidad en los individuos que están cansados de ser la presa fácil de los políticos rapaces que saben beneficiarse a costa de sus necesidades.    

                                                                                  Piedecuesta, Febrero 20 de 2012

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