Aristófanes. “Las Ranas”. En: Las Once Comedias, págs 263 a 290. México D.F. Editorial Porrúa, 2004

A diferencia de sus colegas poetas, Aristófanes decidió dejar su mensaje a través de la comedia. Su sátira es exquisita. “Las Ranas” es una obra que se configura de una manera distinta a la tragedia clásica; la mirada del hombre hacia la voluntad de los dioses, es invertida, pues es uno de ellos el encargado de elegir al mejor poeta para su entretención y salvación de la sociedad griega. Es así como Dionisio decide bajar al Hades para rescatar a Eurípides y traerlo de vuelta a los escenarios; acompañado por Jantias, su esclavo, visita al mítico Herácles solicitando el camino para llegar al averno. Amablemente concede la petición no sin antes burlarse de la muerte y de su condición divina, proponiéndole el suicido como la alternativa más práctica. Le indica que el camino largo que él recorrió comprende atravesar el Aqueronte, cruzar por la ciénaga donde yacen los perjuros y los parricidas, para luego llegar al jardín de los iniciados. Dionisio empieza su viaje, paga los dos óbolos al barquero y en el transcurso del trayecto un coro de ranas canta las virtudes, que les fueron concedidas por los habitantes del Olimpo, sin importarle que el silencio es la mejor compañía para el viaje hacia el averno. El hijo de Semele y su esclavo se encuentran después con el coro de los iniciados que, a diferencia del de ranas, no se vanaglorian y sí cantan el ambiente circundante en la tierra de los muertos. Los viajeros llegan a la puerta de Plutón, dios de los muertos, y a su encuentro les sale Eaco, un esclavo; Dionisio se identifica diciendo que es Herácles y mala es su fortuna cuando se entera que ese nombre merece castigo por la ejecución al can cerbero, guardián de las puertas muertas, y el esclavo parte en busca de las atrocidades necesarias para cumplir con tal fin. Temeroso de su destino, Dionisio intercambia de vestuario con su criado, desconociendo que Jantias, en su nuevo papel, gozaría de las atenciones que unas criadas tienen preparadas para el hijo de Zéus. Motivado por la situación, Dionisio intercambia con su esclavo de nuevo, pero esta vez la presencia de unas taberneras, amenazantes, hacen que de nuevo busque el cambio a la identidad de un esclavo; sin embargo, Eaco vuelve y los castiga, golpeando a los dos por igual.
Después, Jantias y un criado de la casa de Plutón dialogan acerca de la situación que se vive en el Hades teniendo a dos grandes poetas juntos. La razón: la ración alimenticia en el Pritáneo y un asiento junto al rey de los infiernos, derecho que se otorga únicamente a los artistas sobresalientes. Sin embargo, ese lugar lo tenía Esquilo hasta que la muerte de Eurípides les puso en rivalidad una vez más. El objetivo de Dionisio es llevar de regreso al segundo de los poetas pero, al enterarse del estatus de Esquilo, decide someterlos a contienda para decidir cual es el mejor. Decisión que toma en presencia de Plutón, quien le motiva a no dejar que su viaje haya sido en vano.
Esta obra literaria está cargada de una crítica constante a la ocupación del poeta y su función social, además de resaltar el legado y lo complejo de sus creaciones; ante la pregunta ‘Que se debe admirar en un poeta? ’, Aristófanes tilda de insensato a Eurípides.
Finalmente, el autor deja un mensaje contundente a todos aquellos que consideran que el valor del desempeño en un oficio no es materia de conflicto de palabras pues, “Pasar la vida en discusiones infladas y en vanas frivolidades propio es de un hombre que ha perdido el juicio”.
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