No tengo otro remedio
más que permanecer
en el frío de la noche
y el dorado amanecer.
El silencio de la noche
perturba el pensamiento
con la soledad con el derroche
con la idea de la juventud.
Pero el sol que se levanta
cuando los ojos son abiertos
brinda sensación de entereza
parece haber mucho por vivir.
Entre tu cielo y mi tierra
me ahogo en la marea
que nos mantiene alejados
entre tus cartas y las mías
está presente el recuerdo
de las veces que tu aliento
respiró por mis heridas.
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