mayo 08, 2009

Un vistazo trágico I



ROMILLY, Jacqueline de. ¿Por qué Grecia? Madrid: Editorial Debate, S.A., 1997.

Durante el transcurso de la lectura de este libro me di por vencido en el intento de vivir toda una vida en la búsqueda de una respuesta única, cualquiera que esta sea. El libro es sencillo de digerir, con una forma particular de ser escrito y con un contenido amplio del tema greco. Comenzando por el prefacio, la autora da una breve explicación del porqué de su obra y el tiempo de vida (casi toda su vida) que le ha tomado descubrir la maravillosa cultura de la Grecia Clásica; desde la fascinación por Tucídides, hasta la universalidad de las obras griegas que en el siglo V a.c vieron la luz y La influencia que han ejercido, en casi todas las épocas y en muchos países”. Sin embargo, el libro presenta un análisis más allá de la simple admiración, la autora explica con detalles de lugar y fecha las consecuencias de lo sucedido en el siglo mencionado.

El libro se encuentra organizado a partir de las actividades más influyentes de los griegos en el siglo V a.c; lo primero que salta a la vista es el valor que los griegos tenían del hombre. Lo consideraban un ser por el cual todas las cosas se mueven y, a su vez, son modificadas por él; la calidad que reside en los detalles del modo de vida de los griegos es abrumadora. Un hombre que era capaz de dibujar un mundo para él, pero insignificante para los dioses que regían su conducta; la autora, entonces, recalca la cualidad de los sacrificios griegos “ que nos conmueven porque fueron amalgamados en una cultura literaria y humanizada, que conservó su rastro y que de pasada, a toda prisa, más o menos nos lo explicó”.

Ahora bien, el contenido del libro se centra en una figura definida y mutable: el héroe, el cual, siempre se presenta como víctima y victimario de su propia vida. Y el lenguaje de la tragedia, movimiento dramático, se encargó de exaltar esta figura. Tal como J-P Vernant afirmaba “ los sufrimientos son en la tragedia, extraídos de la opacidad de lo particular y de lo accidental y que al mismo tiempo que se refieren a personajes y acontecimientos singulares, unidos al marco histórico y social que les corresponde, adquieren una dimensión y una significación más amplia”. La tragedia entonces configuró sus obras para reconocer el camino que cada Héroe toma y las peripecias que afronta durante el transcurso de su existencia, tal como la relación con los dioses, los hombres y su corazón. La puesta en escena entonces “debía que dejar de lado todo aquello que fuera demasiado inverosímil, por el horror o por lo burlesco”. Y es por eso que la humanidad de todos los personajes presentados logra capturar al espectador, pues las sensaciones más sencillas están de su lado, tal como los personajes que admira. La discusión constante en el interior, el dilema moral que invade a cada protagonista se convierte en un reflejo de la sociedad greca; el siglo V se caracteriza por el uso tan acertado de la palabra para el debate de las ideas. La fuerza de las ideas esta en las palabras y hablar, explicarse, convencerse los unos a los otros es de lo que Atenas se sentía orgullosa, lo que los textos no cesan de destacar”, y son los coros aquellos que brindan al espectador la visión clara de esos dilemas. Entonces, en la tragedia: sus personajes y la reflexión del hombre “la generalización ofrecida por los coros pertenece al ámbito de la vieja sabiduría, de la moral, de la religión: la que ofrecen los personajes pertenece directamente al ámbito de esa afición por el debate que parece ser la característica de la Atenas del siglo V”.

La autora entra a analizar el papel de la filosofía, hacia la parte final de su obra. Destaca la labor de un Sócrates, que al igual que sus colegas, hizo uso de la herramienta oral de la forma que nadie antes lo había hecho. Fue capaz de introducir la mayéutica y logró que sus grandes interrogantes que él tenía de la humanidad fueran respondidos por ella misma. Sin embargo, su conocimiento se pudo haber perdido entre las ramas de los árboles de no haber sido por su discípulo Platón. Y hay que destacar su trabajo.

Al final, la pregunta propuesta en el título de la obra puede permanecer aún en un estado de mera admiración, pero el análisis de la autora brinda una completa descripción de los hombrecitos en toga. Esos hombrecitos, que encontraron en ellos mismos el camino hacia la verdad, pues “el hombre que exaltaron los griegos era un hombre completo: le gustaba la vida, las fiestas, los banquetes, el amor, la gloria (…) y el amor por la vida realza la importancia de ese esfuerzo por comprenderla, por dominarla, y por elevarse de esos beneficios concretos hacia un pensamiento coherente".

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