Nunca en aquel oscuro pueblo se había escuchado antes de una historia de amor; y es que quién podría sentir aquel sentimiento si la densa niebla que allí residía , nublaba toda posibidad de amar; pero aquel hombre - que hacía mucho tiempo había dejado de serlo - no se resignaba a vivir sin una ilusión, y todas las noches atravesaba de lado a lado aquel oscuro pueblo hasta llegar a la ventana de la habitación más alta, de la mansión más costosa... sólo para verla acostada sobre aquella relajante cama. Todas las noches la observaba, tendida sobre aquel lecho, tan sólo cubierta por una delicada pijama de seda, que dejaba casi al descubierto, los mayores atributos de esa hermosa dama; y su delicada cabezita se encontraba recostad sobre los más finos almohadones de aquel pueblo.
Él, todas las noches la contemplaba sin despegar la vista de ella, cual centinela, y se vislumbraba con su pálida tez y sus labios rosa.
Él, sabía que algún día tenía que ser suya; Él sabía que ella sólo podría ser par Él... y esa noche, como todas las anteriores, trato de acercársele..., pero esta noche, como todas las anteriores, desistiría: porque Drácula tenía un pequeño problema, ella, la mujer que más amaba comía mucho ajo.
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